Las densas lluvias que a principios de años arrasaron buena parte del terrotorio de Pakistán provocaron cambios en la flora y la fauna. No fueron sólo las personas quienes perdieron todo, sino también los insectos.
Las arañas no pudieron volver a sus nidos y debieron encontrar otro lugar donde albergarse. Ante el pánico de que el agua regrese y la catástrofe se repita, los arácnidos decidieron hospedarse en las alturas.
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